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Aristóteles afirmó desde el siglo IV A. de C. “Enojarse es muy fácil, pero enojarse con la persona correcta, en el momento correcto, de la forma correcta y en la intensidad correcta, esto no es fácil”.
El manejo asertivo del enojo es un proceso que incluye habilidades como autoconciencia corporal, identificación de sentimientos y asertividad. Funciona a manera de protección frente a los factores de riesgo a los que se enfrenta.
El enojo es un estado emocional que varía en intensidad. Tiene transiciones desde una irritación leve hasta una furia e ira intensa. Como otras emociones, está acompañada de cambios de estados de ánimo y biológicos. Cuando surge el enojo, la frecuencia cardíaca arterial se eleva y lo mismo sucede con el nivel de hormonas de energía, adrenalina (estrés) y noradrenalina (eleva la frecuencia cardiaca).
El enojo o la ira constituyen una manera habitual y sana de reaccionar ante una variada gama de situaciones con las cuales las personas nos vemos afectadas cotidianamente, el enojo como los otros sentimientos es simplemente eso, un sentimiento, generalmente le damos la connotación de malo, perverso, indeseable…. Sin embargo, lo inadecuado es la forma de expresión, el enojo adecuado y asertivo nos ayuda a resolver un desacuerdo, reclamar nuestros derechos o simplemente poner límites, en ocasiones la ira contenida se convierte en un problema que deriva en serias consecuencias para la salud y la calidad de vida en general.
Vale enojarse, y es inevitable hacerlo. En ocasiones es necesario para proteger la dignidad, sin embargo, es importante distinguir que “enojo” no es lo mismo que “agresión”, que hay que marcar límites y defenderse sin ser violento y que puede hacer todo lo que quiera con su enojo sin dañar a los demás.
Debemos aprender a identificar la forma de nuestro enojo, así como hacernos conscientes de que tenemos que asumir las consecuencias de nuestros actos, de los mecanismos de defensa que utilizamos frente a él y como lo sacamos. La mayoría de las veces desplazamos nuestro enojo con otra u otras personas que no estuvieron involucradas en el conflicto, por ejemplo: tenemos una discusión con la pareja y nos desquitamos con regaños y gritos con los hijos, o tuvimos un problema en el banco, salimos y manejamos agresivamente, etc.
La expresión del enojo también es variada dependiendo de los aprendizajes familiares, las historias de vida y lo que es permitido o no en la cultura en la que vive la persona.
Cuando el enojo se convierte en ira implica un problema mayor. Cuando una persona tiene poco contacto consigo misma, es decir, poca conciencia de lo que le sucede y ese enojo lo sienten con demasiada intensidad, con demasiada frecuencia va acompañado de pensamientos de revancha y lo expresa de manera inapropiada. El sentirse enojado intensamente, usualmente causa extremado estrés en el cuerpo porque no se resuelve la necesidad que está de fondo, pero no queda ahí, si no se va alimentando más enojo y construyéndose ira sobre ira.
El objetivo principal del enojo es informar a quién lo siente de la necesidad de sentirse respetado y ser tratado de una manera digna. Es muy popular la frase “el que se enoja pierde”, la cual expresa el manejo erróneo que se le da al enojo, ya que el enojarse es inevitable, generalmente este sentimiento se localiza en el estómago, en el pecho o en la cabeza, posteriormente tiene una representación en el “sentimiento” que es donde se procesa y se decide si se actúa o no y cómo se actúa. En esta etapa intervienen los aprendizajes, las experiencias pasadas, las creencias, los valores, los objetivos y los deseos conscientes o inconscientes.
Entonces no es “el que se enoja pierde” sino “el que no sabe qué hacer con su enojo, pierde”.
Lamentablemente existe un analfabetismo emocional en las personas que no permiten y fomentan una serie de creencias erróneas que dificultan, su buen manejo “las niñas bonitas no se enojan”, “nadie te va querer si eres enojón”, “eres desagradable enojado”, etcétera.
Las personas necesitamos creer en nosotros mismos, aceptar las circunstancias y a las personas como son. Reconocer con serenidad que no pueden esperar que los demás adivinen lo que ellos necesitan, sino aprenden a pedirlo negociando y responsabilizarse de su propia evolución.
ESTÁS ENOJAD@?
¿Qué tanto depende tu enojo de ti mismo?
¿Te has puesto a analizarlo y lo has visto como emoción negativa? o ¿qué es?
No será sino hasta que aceptes la negatividad del enojo y los malos efectos que tiene tu personalidad-ego, sí, ir adentro, es la respuesta.
COMO DISMINUIR EL ENOJO
Suponiendo que has llegado a un punto en el que quieres hacer algo con tu propio enojo, enfócalo hacia ti, ¿dónde empezar?
Las tradiciones de sabiduría del mundo adoptan una táctica distinta y nos enseñan:
Tú enojo únicamente tiene que ver contigo. Nunca lo enfrentaras sino hasta que vayas hacia adentro para analizarte.
Una vez que vayas hacia tu interior, verás que el enojo no es parte de tu verdadero yo. Se tú verdadero yo y se resolverá el enojo.
Evita caer en el interminable círculo de la culpa en el que estés atento(a) a lo que sucede en el mundo; detecta algo o alguien que te enfurezca con lo que le das poder al enojo. Sólo yendo hacia adentro y sacando la semilla podrás contribuir a poner fin a la violencia.
Te sorprenderá lo enredado que está el enojo con toda tu personalidad-ego, tus acciones, creencias diarias y la visión que tienes del mundo y el poder de control.
VIVE TU VERDADERO YO
Para encontrar la solución debes ir al fondo de tu conciencia, en donde existes como el verdadero yo: Ese nivel en todos nosotros que está en silencio, en paz, y satisfecho de existir. El verdadero yo es la fuente de sabiduría que quieres alcanzar, te empoderarás con más creatividad, inteligencia, tolerancia y compasión, que es lo que se necesita para poner fin a la violencia en ti mismo y en el mundo.
Por. Deepak Chopra, emociones.