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TONGLEN Dar y Recibir


Cuando llegamos a cultivar la compasión por los demás, nos centramos en un ser querido: alguien por quien sentimos cariño o gratitud; alguien que asociamos de forma espontánea en nuestro corazón con sentimientos de amor; alguien que está sufriendo. Los sentimientos naturales que estamos acostumbrados a sentir por breves momentos los nutrimos durante veinte minutos o media hora. Despertamos un fuerte sentimiento de deseo de que sean libres del sufrimiento, del dolor, de la angustia, de la ansiedad, y de sus causas. Empezando con aquellos a quienes amamos, ampliamos ese sentimiento y dirigimos nuestra compasión hacia las personas que son progresivamente más distantes o problemáticas. Así que nos imaginamos enviando compasión a nuestros seres queridos en primer lugar, a continuación, a los amigos, los miembros de nuestra familia (por supuesto, su posición en la secuencia puede variar), desconocidos, rivales, y después a todos los seres humanos y todos los seres vivos en todas partes.


Una de las prácticas más populares y claves de la compasión es el tonglen, una palabra tibetana que significa “enviar y tomar”, o “dar y recibir”. Damos la felicidad y el bienestar y tomamos el sufrimiento sobre nosotros mismos. Mentalmente nos imaginamos el sufrimiento, el miedo, el aislamiento y el malestar experimentado por los demás (o por nosotros mismos) y lo inhalamos. Podemos imaginar que va destruyendo nuestro ser por nosotros mismos. A medida que exhalamos imaginamos que le damos a la persona nuestra felicidad y bienestar: todo lo que ellos pueden necesitar.


Muchas personas han encontrado esta práctica de gran ayuda cuando enferman o cuando alguien cercano se está muriendo. Es una práctica que también es muy útil para sanar las relaciones o para sanar las cosas que salieron mal en el pasado. Se puede utilizar en la vida cotidiana en las circunstancias más sencillas, cuando estamos esperando en una fila o esperando en un atasco de tráfico, por ejemplo.


Por supuesto, al tomar el sufrimiento y dar la felicidad, estamos desbaratando la mecánica de nuestros patrones habituales de comportamiento. Y así, cualquiera que sea su efecto en los demás, una cosa que es cierta es que el tonglen disminuye nuestra actitud de egocentrismo y aumenta nuestra capacidad para cuidar a los demás.


Con este tipo de compasión buscamos ponernos totalmente en el lugar del otro, hasta el punto en el que podemos intercambiar nuestra felicidad por su sufrimiento. Y cada vez que nos pasa algo indeseable o doloroso, sentimientos difíciles, por ejemplo, los inhalamos y despertamos una compasión sincera por los incontables seres que ahora están experimentando miedo, aislamiento o dolor como el nuestro, deseando que sean libres de todo ello. Ya estamos sufriendo, así que generamos un firme deseo de nosotros asumir todos sus sufrimientos, y que todos ellos puedan ser liberados de ello y puedan encontrar la felicidad.


Todas estas prácticas se pueden hacer como un entrenamiento formal, o informalmente en cualquier momento de nuestra vida cotidiana. Esto se debe a que:


  1. La compasión no es algo que hace el otro.

  2. Tampoco es telescópico, tiene que practicarse en casa y en la calle, tanto como podamos.

  3. Tenemos que hacer que todo esto sea lo más real posible, aceptando exactamente dónde estamos y sin tener falsas expectativas de hacerlo perfecto.

  4. La compasión significa examinar siempre nuestra mente, y elegir actuar con generosidad, autocontrol, paciencia, atención y consideración profundos.

  5. Básicamente la compasión significa dejar de querer que todo salga a nuestro favor, soltar la tendencia que tenemos de corroborar nuestra identidad todo el tiempo, soltar el hacer de nosotros mismos la persona más importante del mundo.


Cualesquiera que sean nuestros fallos o defectos, todos tenemos la capacidad para despertarnos y ser los autores de la evolución, en nosotros mismos primero, y luego en el mundo que nos rodea. Está en nosotros. Uno a uno, podemos hacerlo.

Alguien dijo una vez que la compasión es un recurso natural, una energía a la par con el viento, el agua, el petróleo, la energía solar o la energía nuclear. Es por esto que es tan inspirador ver a grupos como el “Charter for Compassion”, CCare y Action for Happiness, enfocando nuestra atención sobre la compasión, ver a los científicos que la investigan, y por no hablar de las innumerables personas que la encarnan.


El Dalai Lama habló sobre este recurso natural cuando recibió el Premio Templeton 2012 en Londres:


“Tenemos que compartir esto con más y más personas. Si mil personas pueden hacer el esfuerzo, se puede multiplicar a diez mil, cien mil. Esa es la forma de evolucionar la mente humana “.

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